Se entiende por talalgia el dolor situado en la parte posterior del píe, a la que denominamos talón.
El origen puede ser diverso y variado y repasaremos someramente las causas más frecuentes, así como su etiología.
El calcáneo es uno de los huesos que ocupan la parte posterior de nuestro pie y en el que se inserta (adhiere) el tendón de Aquiles, además de ser el que está en contacto con el suelo.
Las talalgias pueden producirse por 4 motivos principales:
Algunos tipos de enfermedades reumáticas, pueden cursar con calcificaciones de las partes blandas, con la consiguiente configuración del espolón calc áneo. De otra parte también enfermedades como la hiperuricemia (gota), psoriasis o las condrocalcinosis, pueden de la misma manera provocar dicha anomalía.
La presencia de anomalías en la configuración del calcáneo, tales como excrecencias óseas o huesos supernumerarios, puede dar lugar a la aparición de dicha patología. Así como las secuelas de fracturas o intervenciones quirúrgicas.
Ciertas enfermedades infecciosas como la Gonococia (gonorrea), pueden producir largo tiempo después talalgias por la calcificación de la inserción de la fascia plantar, también enfermedades bacterianas prolongadas como flemones dentales cronificados o anginas mal tratadas.
También la inflamación o infección de las partes blandas de nuestro talón por problemas de contaminación externa que provocan abscesos en los espacios virtuales de los compartimentos de la parte posterior del talón (Bursitis, cuerpos extraños etc.)
Hay ciertas anomalías como pueden ser los pies cavos (ver capítulo) que por su configuración mecánica y anatómica son mucho más propensos a sufrir talalgias, por la calcificación de la fascia plantar, la tendinitis de inserción del Aquiles o de la misma fascia. El acortamiento del sistema de tracción Aquíleo-plantar está sometido a mucha tensión con la consiguiente sobrecarga en su tramo final a nivel del calcáneo. En muchas ocasiones la marcha en supinación (caminar por la parte externa de los pies) provoca la tendinitis de la inserción de la fascia plantar, es el caso más frecuente en la gente joven y deportistas de élite, caso que se resuelve fácilmente con la confección de plantillas que compensen dicha anomalía mecánica.
Una vez diagnosticado mediante la clínica (síntomas), analítica y radiología si procede, el podólogo o traumatólogo procederá a indicar el tratamiento más adecuado a cada caso, bien sea conservador (plantillas, medicamentoso, infiltraciones, rehabilitación etc.) o quirúrgico y si se trata de un síndrome de una enfermedad general se remitirá al especialista.